martes, octubre 28, 2014

Los golpes que da la vida

La vida también sabe golpear. La vida también golpea donde más duele.

De pronto te encuentras hablando por teléfono con alguien y de la plática más sin chiste, la más equis de la vida, sale a tema el comentario que vino a sacudir tu mundo. Esas seis, siete, ocho o nueve palabras que te han dejado con las manos frías y la boca seca.

Esa frase que te pone a pensar en la forma en que estás haciendo las cosas, en la forma en que te estás vendiendo ideas que ni tú te crees, pero que aún así te compras. Que te pone a pensar en esos patrones que has odiado toda tu vida y ahora hasta haces berrinche por repetir.

Es como si te hubieras dado cuenta de que en realidad no te gusta el café con azúcar, pero así lo has tomado siempre, por el simple hecho de no levantar la voz cuando te lo sirven y pedir que no le pongan endulzante. Es como si aún descubriendo que no te gusta el café con azúcar, lo sigues preparando así.

Y de pronto llega alguien, te golpea a la cara y te dice que dejes de estar haciéndote pendeja. Que te des cuenta que no te gusta el azúcar, y que vas a ser más feliz si empiezas a decir cómo es que en realidad quieres las cosas.

Y así es como la vida golpea en donde más duele. Y así es como tienes que levantarte de ese golpe, sobarte la cara y seguir adelante.

Y así es como dejas de tomar café con azúcar.


lunes, octubre 27, 2014

Lunes

Y para no variar hoy fue uno de esos siempre lunes raros en mi vida.

Escribí una entrada horrible (la anterior) y no la voy a borrar, para recordarme lo molesta que estaba.
Me puse una blusa con la que moría de calor.
Te tuve a dos centímetros de mí y no pude decirte nada (otra vez).
Volvimos a escribirnos.
Intenté dejar claro algo que no estaba enredado.

Me pasa siempre los lunes. Me asusta. A veces padre y a veces chafa.

Lo mejor es que los lunes solo vienen una vez a la semana.

No es que los odie, es que a ellos les gusta sorprenderme.

Lunes, siempre en lunes.

Esperar sin desesperar

Siempre había sido de la idea de esperar lo peor para que cualquier cosa que llegue te sorprenda, o en su defecto no esperar nada. Pero este fin de semana, ese "nada" que llegó no me sorprendió.

Hasta de las ausencias se aprende y tu no dejas de sorprendermedecepcionarme.

Y hoy, volvemos a la "normalidad". Ésa que nos ha caracterizado hace algunos meses, hace algunos años.

Nisiquiera sé qué estoy escribiendo, sólo estoy escribiendo eso que no te puedo decir, eso que no me atrevo a sacar.

Organizar mi mente es lo que me hace falta y empezar a sacar todo eso que me trae de cabeza.

Malditos lunes raros. Hoy sí, malditos.

miércoles, septiembre 10, 2014

Carta #2

Y en uno de esos arranques que te dan por hacer como si nada hubiera pasado, hoy hablamos quince minutos por teléfono. Así, como si nada hubiera pasado.

martes, septiembre 09, 2014

Lunes, siempre en lunes...

Y pese a la gran cantidad de metros cuadrados que había en esa plaza, sus pies tenían que encontrarse en el mismo. Y ahí estaban, uno enfrente del otro, esos dos extraños que los últimos dos meses habían intercambiado miradas "casuales" en diversos puntos de la ciudad.

Todo comenzó aquél lunes que Camila subió al transporte público, más tarde de lo normal y directo al trabajo. Intentando que nada cayera de sus manos o saliera de su bolso, se acercó al único asiento libre, a un lado de él.

Sin siquiera notarlo, se sentó, acomodó sus pertenencias y sus audífonos con Let her go de fondo, (You see her when you close your eyes, maybe one day you'll understand why, everything you touch surely dies), y justo sintiéndose así. Tan ensimismada iba en su mundo que no se percató de la mirada de su compañero de asiento. No le prestó la más mínima atención. Llegó a su destino, volvió a tomar todas sus cosas que recién había vuelto a desacomodar, y así como subió, bajó del transporte público, tomando camino a su trabajo, a la espera de que nadie se diera cuenta de su retardo.


...


domingo, agosto 17, 2014

Carta #1

Jamás he compartido la idea de la mayoría de la gente en cuanto a que la amistad entre un hombre y una mujer no pueden existir.

Siempre defendí lo contrario, y no sólo lo defendía, lo vivía.

Yo no tuve un simple mejor amigo, tuve un hermano, un cómplice, un confidente, un doctor, un maestro, un aprendiz, un luchador, tuve a esa mitad de mí con quien compartía hasta mis dolores de cabeza. Alguien con quien no pasaba el tiempo, daba lo mismo si eran las dos de la mañana o las dos de la tarde, siempre estábamos ahí. Alguien que con solo una mirada podía devolverme la tranquilidad que tan fácil me es extraviar. Ese que podía escucharme hablar 100 horas seguidas aunque el día solo tenga 24. Con quien podía hablar sin palabras. Alguien de quien la vida me separó físicamente pero nos unió más cada segundo.

Aún recuerdo la primera vez que tuvimos que separarnos físicamente, le lloré hasta el cansancio, lloraba cuando leía sus correos, cuando veía sus fotos, cuando pensaba en él, cuando él pensaba en mí. Lloraba.

Aún recuerdo el reencuentro de esa primera vez que la vida nos separó. Volví a llorar.

Con el tiempo todo se hacía más intenso, más estrecho y más complicado. Me insistían en que esa clase de amistad no puede subsistir, en que al final alguno de los dos podría terminar enamorándose o qué sé yo. Yo seguía defendiéndolo. Pensando que él me defendía.

Fuimos amigos, si es que esa palabra alcanza, aún en contra de las opiniones de mis demás.

Fuimos amigos hasta que él se cansó, se cansó sin decirme, se fue cansando un poco cada día hasta que ya no pudo levantarse y en consecuencia levantarme. Hasta que cayó la última gota y derramó el vaso y salió de su ser todo lo que jamás imaginé que había dentro.

Me he culpado por cansarlo, por cansarme, por cegarme, por creerle, por creernos, por quererlo y por no dejar de quererlo. Por seguir tendiendo esperanzas, por perderlas y por recuperarlas. Me he culpado hasta de habernos conocido.

No he llegado a ningún lado culpándome y mucho menos he aliviado lo que siento.

Pese a todo, te sigo extrañando y queriendo. Alguien me dijo que al contrario debería odiarte y sentir cosas malas hacia ti, pero ni gritándote a la cara todas las groserías que sé, estaría tranquila.

Debo aprender a dejar de culparme y empezar a entender que ya no quieres quererme, que ya no quieres creer en nosotros, en mí. Que tu cansancio es real y que has empezado a andar otros caminos sin mí.

Quisiera hacerte tantas preguntas, quiero saber ¿cómo estás sin mí?, ¿la pasaste mal?, ¿lloraste?, ¿me extrañaste?, ¿me extrañas? Tengo tantas preguntas de las que no quiero saber las respuestas.

lunes, marzo 31, 2014

Cumpleaños

Y para no perder la costumbre, siempre mis cumpleaños me motivan a volver a escribir.


Precisamente con este cumpleaños de la Princesa, se cierra un ciclo que inició el aniversario pasado. Se da la vuelta a una página que pesaba mucho y la que no queríamos terminar de leer. Vuelve a salir del baúl Princesa. El caballero se ha ido, se ha olvidado, te ha olvidado. 

viernes, noviembre 08, 2013

Desempolvando

Pues aquí casual... pasando a desempolvar... desentumiendo las letras y volviendo a empezar...