Hoy no quiero, escribir una poesía me da flojera; además de que, en teoría, reflejan sentimientos y los míos están un poco revueltos, andan dentro de mí como alma en pena. O es probable que me dé pena fijarlos en letras y así hacerme consciente de ellos.
Una poesía implica una duración corta y a mi me gusta que mis letras duren mucho, ¿por qué limitarse? Además, no me gustan los versos, me parecen como canciones frustradas a las que nadie pudo ponerles música y las transformó en poesía.
Hoy no puedo, podría optar por la prosa y olvidarme de los versos, las medidas y las cadencias de mis líneas, pero mis ideas se han secado, me temo que es el otoño que ahora hasta quiere vivir en mí.
Hasta la prosa que es un poco más relajada, me estresa. Mis dedos se mueven como muy a fuerza, a fuerza de no sé qué pero me da miedo averiguarlo.
Hoy no necesito, esas cursilerías de las que están llenas las poesías, me marean.
¿Será acaso que ni siquiera sé escribir y por eso no “quiero”, no “puedo” y no “necesito” escribir poesías?